Y aunque bien es cierto que el lince tiene ojos grandes de pupilas redondas, y quien sabe, sera por eso por lo que posee una magnífica agudeza visual, el origen de esta frase, nada tiene que ver con este mamífero, de la familia de los félidos.
Según el erudito padre Feijoo (1676-1764), la expresión alude a un tal Linceo, hijo de Afareo, personajes de la mitología griega, de quien se decía que era capaz de ver y contar a simple vista, desde su atalaya de Libia, los barcos de una flota de guerra que saliese de Cartago, incluso ver a través de los objetos.
La frase se utiliza, indistintamente, para nombrar a una persona, de vista muy aguda y penetrante, o persona muy sagaz, avispada y aguda.
Con esta ingeniosidad, manifestamos que alguien ha cometido un error mayúsculo en su predicciones, pronósticos.